Logran corregir algunas malformaciones congénitas o mejoran ciertas anomalías en el desarrollo.
Los bebés pueden ser operados mientras están gestándose para solucionar malformaciones o mitigar algunas anomalías durante su desarrollo, que afectan los pulmones, el corazón, las vías urinarias o el sistema nervioso central.
“Lo más común que se trabaja en los centros de cirugía fetal son los gemelos que comparten la placenta”, indica Rogelio Cruz Martínez, responsable de la Unidad de Cirugía Fetal del Hospital de Especialidades del Niño y la Mujer de Querétaro, en México y también investigador clínico de la Unidad de Neurodesarrollo del Instituto de Neurobiología, Universidad Nacional Autónoma de México (Unam).
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Un problema frecuente en estos casos es el síndrome de transfusión feto fetal, por el cual “uno de los gemelos transfunde sangre hacia el hermano y el otro tiene un volumen en su cuerpo que no puede con él. En algún momento, alguno de los dos muere y se lleva por delante al otro, o puede haber riesgo de daño neurológico”, explica el especialista, quien participó del Sexto Simposio de Medicina Fetal y Diagnóstico Ginecológico que se realizó recientemente en la ciudad.
El procedimiento para separar la placenta, con el fin de que queden como si fueran dos, se realiza con una intervención de miniendoscopia a través del abdomen de la madre y con anestesia local. Se introduce una aguja y, con ella, una cámara de uno a dos milímetros de diámetro, la cual permite ver el interior de la placenta y, también, acceder a algunos órganos fetales.
“Así se evita que haya transfusión y los fetos se recuperan”, indica Cruz Martínez. Agrega que con este método se logra “un 90 por ciento de supervivencia de al menos un gemelo y 50 por ciento de posibilidades de que se recuperen los dos”.
De los problemas pulmonares, uno de los más comunes es el defecto de la hernia diafragmática congénita, que implica un riesgo de muerte inminente al nacer porque falta mucho desarrollo en los pulmones. “Esto se puede mejorar con la colocación de un balón dentro de la tráquea del feto”, señala el especialista.
Práctica
Explica que la práctica consiste en “una endoscopia que pasa por la boca del feto hacia la tráquea, se avanza con un catéter y se coloca un balón. Con esto, los fluidos de los pulmones se quedan allí atrapados y empiezan a crecer. Cuando llegan al nacimiento, los bebés tienen mayor desarrollo pulmonar y más probabilidades de sobrevivir”.
Cruz Martínez añade que “este tratamiento mejora el pronóstico de una manera sutil: todos los bebés nacen graves, pasan a terapia neonatal, con ventilación mecánica y una cirugía pediátrica para corregir el defecto. Los recién nacidos permanecen, en promedio, un mes hospitalizados. La gran ventaja es que si logran sobrevivir, el desarrollo neurológico es normal en más del 90 por ciento”.
Todos estos casos pasan a un centro de neurodesarrollo asociado, donde tienen un programa de seguimiento “para llevarlos hasta los 8 años”, apunta el especialista a La Voz.