A veces en la gestación falla la implantación de la placenta (placentación), disminuyendo el flujo sanguíneo, aumentando la presión arterial con pérdida de proteínas fundamentales por orina, proceso que se denomina Preeclampsia (PE). Esto puede tener consecuencias graves para la madre y el niño.
No se genera por un único motivo, sino que puede asociarse con diversos factores.
Algunos de ellos pueden ser: inmunológicos, raciales, genéticos, cardiovasculares, obesidad, diabetes, resistencia a la insulina, etc.
Muchas veces la mamá que tiene PE no se siente enferma. En otras ocasiones pueden darse síntomas como:
Una detección a tiempo de pacientes con potencialidad de desarrollar PE permite establecer un seguimiento y un tratamiento temprano evitando en la mayor parte de estos casos el desarrollo de complicaciones graves y previniendo la evolución de la misma hacia la eclampsia.
Por ello se ha transformado en un importante objetivo en el cuidado de la salud materno fetal.
Cómo calcular el riesgo
A partir de los avances en el diagnóstico prenatal se pueden medir sustancias en sangre materna relacionadas con la placentación.
Éste análisis sumado a la historia clínica de la mamá, la presión arterial y el Doppler de las arterias uterinas en la semana 12, permiten evaluar qué riesgo tiene cada embarazada de sufrir PE.
Debe entenderse que un riesgo elevado no significa que vaya a desarrollar PE con total certeza, pero indica la necesidad de un seguimiento más frecuente y específico.
Los estudios mencionados permiten predecir la PE temprana (antes de las 34 semanas) en el 90% de los casos, y la PE tardía en el 60%
La aspirina en baja dosis desde la semana 12 de gestación permite disminuir la posibilidad de PE.
Sumado a ello se debe vigilar una adecuada ingesta de calcio. La identificación de estos pacientes determina un seguimiento diferenciado que posibilita su detección temprana, controlando los efectos de la misma sobre el feto y la madre, con seguimiento clínico, ecográfico y de Doppler.
Así se logra un manejo adecuado, valorando cuál es el momento óptimo del nacimiento.
Es la más grave y preocupante complicación del embarazo que puede afectar tanto a la madre como al feto.
Se presenta en un 3 a un 6% de todos los embarazos y su frecuencia aumenta significativamente en las gestaciones múltiples, embarazos en edad materna avanzada, en mujeres diabéticas y en gestaciones con
hipertensión arterial crónica.
En casos graves puede evolucionar hacia una eclampsia, con la aparición de convulsiones y otras consecuencias severas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en Argentina es la segunda causa de mortalidad materna.